domingo, 25 de octubre de 2009

UNA PAREJA INUSUAL

      Éramos la pareja perfecta, perfecta para nosotros. Nos intrigaban las aventuras, las noches de insertidumbre y la llamarada ardiente que iluminaba nuestros deseos. La pasión que sentíamos, mi corazón enloquecido, sediento de una anestesia general. Ayer era una de esas noches enriquecidas de poder. Cuando ya era media noche, salía por la puerta trasera de mi hogar, caminaba unas cuadras hasta llegar a la parada de autobús. Esta me dejaba casi frente a su vivienda. No era necesario llamar ni hacer ruido demás. A mi amado le encantaban las sorpresas, el ya me había facilitado una llave. Entré por la puerta trasera, todo estaba oscuro; en nuestra relación estaba prohibida la claridad. Luego de entrar, subí las escaleras con mucho cuidado y la única habitación que se encontraba en el segundo nivel era la suya. Tocaba la puerta sólo una vez, esa era la clave que le avisaba, que su amada había llegado. Abría la puerta sintiendo en la perilla los latidos de mi corazón. Entraba y esperaba escuchar las palabras que tanto mis oídos deseaban:


“¡Eres la mujer de mis sueños!”

      Luego de estas hermosas palabras esperaba a que se parara frente a mí y comenzara a tocarme sutilmente. Ambos empezábamos a desnudarnos sin decir una sola palabra. Era un juego divino lleno de intriga y nuevos conocimientos. Nos acostábamos en el suelo cerca de su cama y ahí era donde comenzábamos a jugar. Sentía mis ojos llenos de lágrimas, sentía el sudor de ambos en el continuo contacto. Nuestros corazones latiendo cada vez más y más fuerte, acelerando los deseos, el dolor y la pasión que devoraban nuestros cuerpos.

      El fin del juego era como cualquier otro, divertirnos y olvidar las preocupaciones y situaciones que afectan nuestras vidas. Siempre terminábamos con un beso profundo. Mi amado me ayudaba a levantarme y a vestirme nuevamente. Me gustaba escuchar las bellas palabras antes de irme. Acto seguido, bajaba las escaleras y cogía nuevamente el autobús hacia mi hogar. Nuestra relación era secreta y básicamente de esto consistía, era un juego para olvidar las penas. Lo más intrigante era que nos llamábamos sólo una vez a la semana y los domingos era cuando resivía mi visita. Lo más que deseaba y a la vez me ponía en tensión, tensión que luego se evaporaba, era no saber cómo era su rostro; nunca lo había visto. Suena extraño y alocado, pero era tan intenso, creo que esta era la clave de nuestra pasión y nuestro amor...

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